Salvador Avià Faure
Consultor en Innovación Social. Miembro de la Cátedra de Juventud UV
La irrupción de la dimensión digital ha ido modificando nuestro mundo a medida que nos hemos adentrado en el siglo XXI. Podríamos decir, con Žižek, que la tecnología y, en concreto, la tecnología digital, obligan a redefinir el propio concepto de ser humano, pero aún más en el caso de las personas jóvenes. Ellas han nacido en un mundo altamente digitalizado, y ya se han estructurado, individualizado y socializado incluyendo en su mundo la dimensión digital. En ellas, lo digital tiene más impacto que en las generaciones anteriores. Aunque el propio concepto de “impacto” de las tecnologías digitales sobre los jóvenes haya sido puesto en tela de juicio (Joel Feliu, Rosalind Gil…), por implicar una cierta pasividad, desvalidez y desamparo, es un término (a nuestro parecer) suficientemente claro para hablar de las consecuencias de la irrupción digital. En primer lugar, porque todo impacto causa cambios. En segundo lugar, porque hablamos habitualmente de impacto cuando los cambios son relevantes. Y en este caso, lo son. No entraremos a analizar a priori si este impacto es negativo o positivo. En todo caso es muy importante, de efectos perdurables y nos obliga a replantear cuál es la condición juvenil hoy en día.
Por supuesto, el propio concepto de “juventud” es problemático e inestable: lo máximo que podemos hacer, de cara a la intervención, es centrarnos en la condición juvenil en un momento temporal determinado. Y en 2023 necesitamos cuestionarnos cómo la interrelación de los jóvenes con el contexto digital crea nuevos escenarios, nuevas funciones, nuevas oportunidades, nuevas miserias o modifica conductas y hábitos. Estamos obligados, por lo tanto, a redefinir el concepto de persona joven.
Tenemos una ventaja: el trabajo profesional en el ámbito de la juventud se caracteriza (si es riguroso) por una mirada integral sobre la persona que prácticamente sólo comparte con el trabajo en igualdad. Una persona joven no es alumno/a, paciente, orientado/a hacia la inserción laboral, usuario/a de servicios o asociaciones, sujeto político, hombre/mujer, racializado/no racializado… Es simplemente una persona, definida únicamente por su edad. La intervención profesional no se define por actuar en algún ámbito o escenario, sino precisamente, por trabajar en la continuidad de los distintos escenarios en los que vive (y se representa la persona joven): familia, iguales, instituto, calle, entidades, trabajo, comunidad, mundo digital…). Precisamente la dimensión digital ha pasado a ser un escenario privilegiado, tanto para la construcción de vínculos sociales, cómo para la experimentación y creación de la propia identidad como joven y como persona. El trabajo con personas jóvenes tiene que incorporar esta dimensión como escenario de manera rigurosa y reflexiva. No nos referimos a usar el tik tok para comunicarnos con ellas (lo que también hay que hacer), sino a reflexionar sobre el impacto del mundo digital en su vida cotidiana y en su futuro, y reconfigurar nuestra manera de trabajar a partir de esta reflexión. No podemos seguir trabajando con las personas jóvenes como hacíamos antes de los smartphones. El mundo ha cambiado y, aún más ha cambiado, el mundo de las personas jóvenes. Hay nuevas oportunidades, nuevos elementos, maneras distintas de hacer las mismas cosas, y por supuesto, nuevas vulnerabilidades. El trabajo en juventud debe refundarse interlocutando, con rigor, con un mundo en proceso de digitalización y unas personas jóvenes digitalizadas. El impacto de lo digital sobre las personas jóvenes es muy importante, el impacto de lo digital sobre el trabajo en juventud tiene que serlo también.
Consultor en Innovación Social para TCP Grup. Durante más de trenta años ha desarrollado proyectos para personas jóvenes desde el tercer sector y la administración local, desde una perspectiva integral y de innovación. Promovió la creación de un modelo integrado de área de acción social en la administración pública alineando las acciones de infancia, juventud, igualdad, educación, salud, promoción económica… etc. en un proyecto único de base comunitaria. Tiene diversas publicaciones sobre empoderamiento juvenil, orientación, abandono escolar prematuro, organización transversal en la administración pública, acompañamiento educativo en medio abierto, y trabajo comunitario. Actualmente trabaja en la convergencia de proyectos sociales e instrumentos tecnológicos y estudia las desviaciones que puede suponer un uso no controlado de la Inteligencia Artificial en la intervención social. Forma parte del equipo de la Càtedra de Joventut de la Universitat de València.