En el estudio del envejecimiento, la fragilidad es el estado que aumenta la vulnerabilidad del individuo para desarrollar discapacidad y/o aumentar la mortalidad cuando se expone a factores de estrés. En el contexto de la geriatría y las ciencias biomédicas, el concepto de fragilidad ha sido operacionalizado de manera diferente, siendo el más utilizado el fenotipo de fragilidad, caracterizado por la presencia de tres o más de los siguientes criterios físicos: pérdida de peso, baja energía, movilidad lenta, debilidad muscular y/o bajo nivel de actividad física. Sin embargo, en las últimas décadas han surgido diferentes constructos que complementan al tradicional de fragilidad física. Por ejemplo, el concepto de “fragilidad cognitiva” incluye la presencia simultánea de fragilidad física y deterioro cognitivo leve en ausencia de demencia y/o discapacidad. 

A medida que las personas envejecen y se hacen más frágiles, sus circunstancias psicológicas y sociales parecen tener un impacto más directo en su salud. Características sociales, especialmente las relacionadas con el bienestar psicológico, se han mostrado directamente relacionadas con los constructos de fragilidad física y fragilidad cognitiva. La falta de recursos psicológicos y sociales puede ir acompañada de una pérdida de vitalidad, así como de una pérdida del sentido de la vida y de las ganas de vivir. Desde esta perspectiva multidimensional de la fragilidad, no existiría una subordinación entre las áreas física, cognitiva y psicosocial, sino que estas dependen de trayectorias de desarrollo diferentes e interrelacionadas a lo largo de la vida, según las circunstancias de cada persona mayor. 

En el presente simposium se presentan resultados de estudios sobre el proceso de envejecimiento y la fragilidad desarrollados en Oporto, Santiago de Compostela y Valencia, y se abordan aspectos teóricos, a nivel conceptual, y aplicados, desde una perspectiva de prevención y de promoción de la salud psicológica en la vejez.