La digitalización de nuestro mundo actual avanza a un ritmo vertiginoso, sin que quepa siquiera imaginarse una vuelta atrás. La digitalización está aquí para quedarse y extenderse. Desde un punto de vista psicológico nos interesan especialmente las interacciones entre las personas y estas tecnologías digitales, enmarcadas siempre en sus correspondientes contextos. De ahí que, dentro de la Psicología, podamos y debamos hablar de la Ciberpsicología. Si lo virtual es parte creciente en cualquiera de los ámbitos humanos, necesitaremos entonces conocer cómo afecta a los individuos, siendo la psicología la que deberá desplegar en cada caso su enorme potencial de intervenciones positivas. En consecuencia, nos interesa y mucho saber de qué trata esta disciplina por lo que respecta a las áreas educativas y de la salud, para poder afrontar con relativo éxito nuestro inmediato futuro como académicos, como profesionales y sobre todo como personas. Si casi todo se digitaliza –ese es nuestro horizonte cercano- vamos a contar con muchos datos que es necesario tratar adecuadamente. Por eso ya hablamos con razón de la Ciencia de Datos. Terreno –disciplina– que es pertinente explorar, si queremos comprender con cierto rigor nuestra situación actual y futura. Lo digitalizado necesariamente se archiva en las correspondientes Bases de Datos. Cada vez serán más abundantes y extensas, lo que requerirá contar con un conocimiento muy detallado para el buen manejo de los datos y su correcta interpretación. Estos son los tres núcleos sobre los que girará este Panel de Expertos. Como ocurre con las realidades humanas, también en esta –la de la digitalización y sus derivados– nos encontramos con enormes ventajas en comparación con lo ofrecido por los sistemas analógicos pero, igualmente, con ciertos riesgos. En Psicología y en Educación nos hemos de mantener bien informados –científicamente informados– a fin de poder aprovechar al máximo las ventajas y, dentro de lo posible, mitigar sus riesgos. Las tres personas expertas seleccionadas cuentan con unos currículos suficientemente adecuados como para que podamos disfrutar compartiendo sus conocimientos. Ganará –mejorará– de este modo nuestra sociedad y ganaremos cada uno de nosotros y las personas con las que nos relacionemos como investigadores, como docentes y como profesionales. La participación –bidireccionalidad: expertos y congresistas–, qué duda cabe, será bienvenida, dado su potencial enriquecedor.